Rutina diaria!

Amanecí sobre mi tejado, y la claridad del nuevo día deslumbraba por el cristal de mi ventana; allí se encontraba esa especie repugnante, o al menos para mis sentidos. Su piel rugosa y seca, notable por doquier, adornad de lineas camuflageadas de su exterior, como si le faltara solamente agua para poder relucir. No sé como esa cosa me escuchará, puesto que sin orejas, hueco será. Su mirada de vigilancia, siempre alerta, como un sensor para su protección. Dejo de observarlo, ya me da asco; además no obedece mis ordenes, ya habita en mi ventana, y al igual que yo espera la mañana.

Me levanto de sobre mi cama, sin ganas de hacer nada; rebusco en el suelo porque no encuentro calzado alguno. Borro de mi cabeza la orden de seguir buscando y camino sin calzado. En silencio absoluto está el lugar, y como si fuera poco mi cuerpo se pone a disfrutar del maravilloso silencio que invade la zona; pero en mi cabeza una melodía empieza a sonar, es una información que dice que necesito tomar mi energizante preferido. Abro mi puerta para buscar lo anhelado. Bajo escaleras para presenciar la tranquilidad de mi soledad, con tan solo pensar que esa paz desaparecerá. Palpo mis instrumentos para llevar a cabo mi operación: los ingrediente exactos, ya se sirven solos porque siempre son los mismos, tres tazas de agua, cinco cucharadas de café y al fuego. Espero. Pero mientras eso, hago melodías y esta vez no en mi cabeza sino en mi guitarra. Hago una escala. "Mi mayor" hace introducción, pero no puedo continuar porque ya no siento paz. El primer ruido lo hace aquel señor de una respetada edad. Ojos apagados como un perezoso, y su comportamiento es el de un afanoso. Su rostro distraido hace que empiecen explotar mis sentidos.

Continuo con un "sol séptima", y no puedo continuar, el olor es indispensable, se esparce por todo el espacio, es un olor fuerte pero no es incomodo...me levanto de sobre la silla, y preparo mis elementos: dos cucharadas del dulce granulado; el elemento escencial espera por mí, y mi taza; sujeto con presicion y cae el olor, el sabor y el esplendor de aquel café amargo para aparearse con el azúcar del fondo de mi admirable taza, la cual soporta el ardor de aquello todas las mañanas.

Después de termina, ya no puedo continuar, las melodías ya no estan, la paz se ha esfumado y el silencio está secuestrado. Aparecen de la nada dos criaturas...criaturas de las que puedes mencionar una vez y nunca se olvidan, como criaturas encantadas en los que el polvo magico nunca acaba. Criaturas con las cuales convivir se vuelve un hábito y sobrevivir un deseo. Una de cuatro decadas, buscando sabidurias y paciencia. Otra extrovertida y sin mucha prisa se vuelve epica.

Solo observo como se deboran una con la otra. El sueño de mi soledad se ha partido en millones de anhelos formando constelaciones de disguto. El anhelo de que todos sean como la especie rugosa de mi ventana: paciente y tranquila.

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