"sit next to me before i go..."

"Protegeme" - Fue la única palabra que pudo decirle. 
No podía permitirse una vez más ser empujada a vagos abismos. Una taza de café y un álbum de su banda favorita. Arctic Monkeys. De sus audífono salía un verso: "sit next to me before i go...".
Tenía una vana obsesión por esos británicos. Un cigarro que absorbe sus pensamientos; gente que pasa con conversaciones absurdas; gente que camina como si el tiempo contara sus pasos. 

Un camino largo, difícil de pasar, pero se recorría. La luz, el calor, el Sol. Innumerables gotas de sudor recorrían su espalda. Solo quería llegar. Le daban ganas de tumbarse en el pavimento pero ese no era el alivio. Un lugar frió sería lo placentero. Que lejos se veía de aquello.


Llegar era lo único indicado. Y sus pasos eran desmenuzados. El tiempo caminaba de su lado sin prisa, sin competencias. Le contaba historias de desesperados. Y ella escuchaba y el tiempo hablaba. Interrumpía sus pasos largos con grandes suspiros. Y el tiempo no se detenía. Ni callaba ni paraba. Pero ella le seguía.


El tiempo. Elegancia insuperable. Señor sarcasmo en términos empíricos. Mayordomo de la muerte. Enemigo de las esperanzas. Doctor de los recuerdos, de las memorias. 


Y allí va caminando, como quien no quiere la cosa. Escuchando al tiempo. Dando pasos. 


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