Ya ha pasado tiempo y no he escrito nada sobre ti. No porque no te extrañe, sino porque no tengo el valor de hablar sobre ti mas que conmigo misma. Fue justamente un día como hoy, lunes. No sé cuando dejaré de sentir este amargo sabor de lunes, no porque sea un día pesado en donde hay que volver a la rutina, sino porque cada lunes esperaba un mensaje tuyo a las 7de la mañana, explicando que hiciste o que no hiciste en el fin de semana: tus quejas de la vida, de tus padres, de tus nuevos y viejos amigos y de tu amor. Y los domingos? Ja! Esos domingos de playlist "Un domingo cualquiera". Ahora es un malestar escuchar el playlist que me ayudaste a crear, donde compartimos el mismo gusto musical, y cada canción tenía un significado similar para ambas.
Era fácil para las dos comunicarnos; cuando los problemas son similares las personas se sienten sincronizadas, y aunque no nos pasaba exactamente las mismas desgracias, te sentías bien hablando conmigo. Y me sentía bien escuchandote. Quizás llegué al punto de no darte consejos sino de escucharte, no porque no me interesaba sino porque ya no querías escuchar palabras de alguien que no había pasado ni la mitad de lo que habías pasado. Lo notaba en tu voz, en tu mirada.
Estaba esforzada en darte siempre la misma instrucción: sobrevive.
Ya han pasado tres meses, y a mí me parece más tiempo. No porque no te extrañe, sino porque, así como lo decías, ya no eras tú, ya no vivías aquí, caminabas para disimular, pero no eras tú quien movía los pies.
De cierto modo, admiro cada paso que diste. Soportar cada peso y carga que llegaba a ti. Pero te cansaste. Esa cruz era más grande tú.
Mi pequeña saltamontes.
Sin duda alguna no pediría que vuelvas, el pensar en todo tu dolor es motivo para que no atravieses por lo mismo. A veces imagino el dolor que sufriste aquel lunes. Que tristeza me invade, que amargura. Y ese mismo dolor dejaste aquí, entre todos. Tanto que decías que a nadie le importaría, y aquí estamos todos pensando en ti.
Comentarios
Publicar un comentario