Querido Julio:
Nada, absolutamente nada es como antes. Todavía no puedo decir que estoy completamente mejor, pero tampoco estoy peor. Después de fuertes tormentas llega la calma. Y en calma estoy.
A veces recuerdo cosas bonitas y cosas feas, cosas llenas de felicidad pero también cosas llenas de amargura. Llevo una cajita de cartón con los recuerdos arrumbada en la parte baja del closet. No espero tener alzheimer y olvidar todo pero sí aprender de ello y resurgir de nuevo. De todo se aprende y nada se pierde.
Leyendo nuevamente las cartas que te he enviado en estos últimos dos años, hoy se marca una diferencia. Adiós al rencor hacia la vida, hacia las injusticias que en realidad yo misma me marcaba, hacia las penas amargas que yo dejé que se multiplicaran. Adiós a todo aquello que exprimía mis llantos.
Quiero sonreír, sin pausas, con ferviente manera de radiar en donde pise. Explotar de emoción cada que escuche una vieja canción, pero sin llamar la tristeza del recuerdo, sin nostalgia. Quiero decir "fue" y no lamentar que está en pasado; pero como lamentarse por lo que no es sano.
Querido Julio, esta vez vengo a por todo, por lo bueno y por lo malo pero siempre viendo el lado positivo. Que mis únicos problemas sean que poner primero, la leche o el "conflé", las tareas, el estrés de la universidad, la falta de dinero, la poca organización, el café frío o sin azúcar, pero que nunca sea un terremoto en el corazón. No hay nada mas bonito que sentir paz en el alma.
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